La depresión, la enfermedad del siglo XXI

El 5% de los adolescentes padecen depresión. Una etapa difícil, de muchos cambios y en los que es fácil estar desubicado, sin saber muy bien a dónde ni para qué ir. Así que seguro que muchos y muchas considerarán el dato fruto de esos altibajos, que al final pasan y se dejan atrás sin problemas. Desgraciadamente, los y las que piensen así se equivocarán. La depresión es uno de los problemas más graves que atraviesan nuestra sociedad, y cada vez lo será más. No en vano, se calcula que para 2020 la depresión será la segunda fuente de discapacidad en el mundo.

Ante este panorama nos encontramos que en España se destina solamente el 5% del gasto sanitario a la salud mental (mientras que la media de la UE es del 13%), que la depresión está infradiagnosticada y que tenemos muy pocos elementos para luchar contra ella.

La psiquiatría define la depresión, por decirlo sucintamente, como un trastorno del ánimo cuyos síntomas visibles, pasajeros o permanentes, son el decaimiento, abatimiento, e infelicidad.

Es fácil no saber que padecemos depresión, suponiendo que simplemente es una mala racha o cualquier otra dolencia. Solo hasta que se mantiene en el tiempo, hasta que vemos que los síntomas se convierten casi en parte de nuestra personalidad, que estamos gobernados por la desidia y la infelicidad es cuando terminamos por suponer que es depresión lo que tenemos.

Incluso llegado a ese punto tratamos de evadirnos del posible diagnóstico. La depresión es una enfermedad, aunque es cierto que cada vez menos, sospecha. Quien la padece puede ser visto por su entorno como un cuentista, un vago que busca cualquier cosa para no trabajar, para no hacer nada.

Así que para luchar contra la enfermedad una de las principales tareas es acabar con este estigma.

Pero el principal problema es que las condiciones sociales son las causantes de elevar la importancia y la concurrencia de la depresión. El ritmo de vida, los cambios en las relaciones personales, los nuevos modelos de interrelación… El aislamiento y la presión frutos de todas esas condiciones mencionadas (ritmo de vida, relaciones…) son uno de los puntales para forjar la depresión. Y todo ese conjunto cada vez está más consolidado. Es por ello que la previsión sea tan nefasta.

De todas formas, y junto a esos augurios, las nuevas tecnologías y esas nuevas formas de relacionarse también tienen su lado positivo. A través de internet, gracias a las redes sociales, chat… la impresión de aislamiento puede ser mucho menor. Al estar interconectado con miles de personas de todo el mundo, es más fácil sentirse arropado, sentir que no se está solo en el mundo.

No estamos diciendo que no haya que cultivar las relaciones a través de internet, solamente que esa no puede ser la única opción. Tampoco vamos a encontrar la piedra filosofal, es algo de todos sabido. La mejor terapia es el contacto humano, sentirse queridos y poder querer.

Amar y ser amado es una de las mejores terapias que podemos seguir contra la depresión.

Imagen:
http://rincon-psicologia.blogspot.com/2010/11/como-combatir-la-depresion-siete.html

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