¿Qué tiene que ver la respuesta al placer con la obesidad?

Solemos decir que no deberíamos separar la salud cognitiva y la salud física puesto que hacerlo es un flagrante error. No son departamentos estancos que nada tienen en común, al contrario, la situación de la primera influye en la segunda, y viceversa. Probablemente en niveles que desconocemos. Pero qué duda cabe que nuestra alimentación influirá en nuestro desarrollo cognitivo y que nuestro estado mental repercutirá en las enfermedades que podamos padecer, tanto en su recurrencia como en la fuerza con que nos golpeen. No en vano hay estudios que aseguran que las personas positivas afrontan las enfermedades desde una mejor posición desde el punto de vista inmunológico. Es decir, las defensas de nuestro organismo tienen más fuerza si pensamos en positivo.

Seguramente muchas personas cuestionarán tales conclusiones pero, francamente, nadie negará que afrontar los problemas con alegría es mejor que sumirse en la desesperación.

De todas formas, y aunque esta semana queramos referirnos a esa conexión entre salud cognitiva y física, lo haremos desde otro punto de vista aunque, como siempre, apoyándonos en alguna investigación o estudio recientemente publicado.

El titular, que encontramos publicado en la web de Europapress, a finales del mes pasado, es sumamente elocuente: «Los adolescentes con riesgo de obesidad muestran mayor actividad cerebral en respuesta a la comida, según estudio».

Hasta ahora se creía que las personas “gordas” tienen en el cerebro menos receptores de dopamina (D2) que las “delgadas”, buscando ese placer de menos en la comida(sabemos que la dopamina es la sustancia encargada de proporcionarnos placer y que la comida serviría para activarla). Pero lo que plantea este último estudio es francamente diferente.

En palabras de Eric Stace, director de la investigación: «los resultados son sorprendentes, sugieren que la vulnerabilidad inicial a comer en exceso podría ser una respuesta elevada del circuito de recompensa ante el consumo de alimentos. El hecho de que las mismas regiones de recompensa mostraran mayor respuesta ante la recompensa monetaria es nueva e implica que los individuos bajo riesgo de obesidad muestran mayor respuesta ante la recompensa en general. Estos descubrimientos parecen desafiar la teoría ampliamente aceptada de que es un déficit en la recompensa lo que aumenta la vulnerabilidad a comer en exceso».

Los “individuos bajo riesgo de obesidad” son aquellos cuyos padres son obesos o están cerca de serlo.

Lo que sugiere el estudio es que las personas obesas, o con alto riesgo de serlo, reciben mayor placer, en general, de los estímulos positivos (sea comida, dinero…). Es decir, no es una carencia lo que tratan de “llenar”, sencillamente, disfrutan más.

En cualquier caso, la capacidad de gestionar esos estímulos es la que determinará si el riesgo se cristaliza. Así, volvemos al principio. No podemos separar salud cognitiva y salud física. Cuidar vuestro cerebro y estaréis cuidando vuestro cuerpo, y viceversa.

Imagen:
http://jggr.blogspot.com/2008/10/dopamina-y-obesidad.html

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