¿Es la felicidad signo de salud?

Sentirse bien hace que estemos bien. La anterior puede parecer una tautología, una máxima vacía, pero no lo es en absoluto. Los sentimientos positivos ayudande forma diversa pero real a nuestro día a día. Fomentarlos supone que podamos afrontar mucho mejor los reveses que nos depara la vida, que tanto nuestro estado de salud físico como mental sean más saludables, que mejoremos más rápidamente de una enfermedad padecida (o que la superemos con menos inconvenientes) o que nuestra vejez sea mucho mejor.

Por supuesto que en la desgracia, cuando sufrimos por algún ser querido o por nosotros mismos, es mucho más difícil ser positivo. El dolor tiende a llevarnos a la desesperación y ésta es la comadrona de la tristeza. Sin embargo, a pesar de todo, tenemos que ser conscientes de que si queremos seguir viviendo, si creemos que vivir merece la pena, no cabe duda de que tenemos que luchar para hacerlo de la mejor forma que podamos.

Desde luego que no estamos proponiendo la estúpida felicidad de aquél que obvia lo que le rodea, lo que sucede en el mundo ajeno a él. En absoluto. Más bien al contrario.

Tenemos que ser conscientes de lo que nos pasa y lo que ocurre a nuestro alrededor y, por eso mismo, intentar cultivar los sentimientos positivos para con los demás y para con nosotros mismos.

Para sustentar todo lo anterior, aparte de la experiencia personal, contamos con múltiples estudios, el último de ellos (al que nos vamos a referir) publicado por el psicólogo de la Universidad de Cornell (EEUU) Anthony Ong.

Ong asegura que una actitud positiva nos previene del estrés y sus consecuencias, lo que nos ayudaría a mantener una mejor salud durante toda nuestra vida y, claro está, también en la última etapa de esta: la vejez.

También asegura el psicólogo de Cornell que este tipo de actitudes conlleva que evitemos prácticas malsanas, como puede ser la de fumar.

Claro, todo esto está muy bien, pero ¿cómo conseguirlo? ¿Cómo ser positivo?

En este punto, Ong nos da varios consejos: dar sentido a nuestra vida cotidiana, mirando nuestros problemas desde una perspectiva positiva; utilizando técnicas de relajación; relacionándonos con las personas de nuestro entorno; y cuidando nuestros hábitos (alimentación, hacer ejercicios…).

Todos queremos ser felices y aunque sean cruciales los acontecimientos externos, lo que nos sucede día a día, también es fundamental cómo afrontemos tales acontecimientos. Siendo pesimistas quizás nos ocurran las mismas que siendo positivos, pero con esta última perspectiva lo pasaremos mucho mejor.

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