Jugar, niñ@s, jugar

jugar, niñas, jugarLas fiestas navideñas cada vez están más cerca, época de que la familia se reúna habitualmente frente a una mesa llena de buenas viandas, abundantes manjares, regado todo con diversos tipos de licores, vinos, champaña… En definitiva, una época de celebración.

Quizás, por la pequeña introducción anterior, muchos y muchas piensen que de lo que vamos hablar en el artículo de esta semana tiene que ver con la comida, el alcohol y la salud cognitiva. Pero esta vez queremos dar otro enfoque. En lugar de centrarnos en los mayores, en los adultos y sus comilonas y borracheras, queremos fijarnos en los más pequeños.

La navidad también es una época donde niñas y niños son colmados de regalos. Papá Noel, los Reyes Magos… Llenarán sus habitaciones de juguetes, consolas, videojuegos y a saberse cuántos cachivaches más. O quizás no tantos. Consolas y videojuegos sí, pero tal vez nada más (y nada menos).

Y es que parece que los juegos de mesa, los de salir a la calle a pegar patadas a una pelota, los que reúnen a toda la familia, están pasando de moda. Ahora, entre el inglés o el francés y el violín o el piano, solo da tiempo para unas partidas a la videoconsola, que después hay que hacer los deberes, bañarse, cenar y a la cama que el día siguiente será igual de duro.

Sin embargo, jugar es bueno. No solo para los menores de 7 años, para los mayores también. A través del juego se aprenden una serie de destrezas, como la capacidad para colaborar, para imaginar… Que difícilmente se logran solamente yendo a clases de educación reglada o extraescolares. Los niños y las niñas, y con diez años se sigue siendo, deben jugar, tener tiempo para divertirse y pasárselo bien, pues esto les ayuda a su desarrollo tanto cognitivo y motriz (dependiendo del tipo del juego al que nos refiramos).

Como asegura Marta Espar, en un artículo publicado recientemente en El País, el mejor regalo que se puede hacer a un niño o una niña estas navidades son horas de juego.

Nos parece el de Espar un consejo excelente pero a nosotros nos gustaría añadir otro más, o cuanto menos complementar el suyo: jueguen con ellos. Su futuro y su felicidad no dependerán solamente de si saben hablar inglés o de si estudian una carrera universitaria. También tendrán que saber cómo manejarse en un entorno habitado por otras personas, cómo relacionarse con ellas, cómo entenderlas y cómo entenderse a sí mismas. Para todo eso, jugar es un aprendizaje ideal.

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