Mantener nuestro cerebro en forma

Se está produciendo un cambio de paradigma, cada vez más evidente, en la concepción de nuestro cerebro, en cómo es nuestra interacción con él. Y aunque esta forma de expresarnos pueda conllevar a error, y suponer que seamos algo diferente, que existe un yo transcendental, no queremos en absoluto entrar a valorar ninguna cuestión metafísica. Cuando hablamos de “yo” y “nuestro cerebro” es simplemente para mostrar mejor la tesis que estamos planteando. Y, sobre todo, dejar bien claro el desconocimiento que tenemos de nuestro cerebro, es decir, de nosotros mismos.

Hasta hace bien poco, y en la actualidad se sigue manteniendo, se consideraba que la única forma de cambiar nuestro cerebro, por lo menos la única efectiva, era a través de los fármacos. La enfermedad mental y los medicamentos eran un binomio inseparable e inexcusable para todo aquél que quisiera “curarse”. Además de la única vía.

Sin embargo, como decimos, tal concepción está siendo desplazada por otra diferente que pretende modificar la relación con nuestro cerebro: el cambio debe ser un proceso, equiparable al del ejercicio físico, a través del cual vayamos entrenando al cerebro, transformándolo, aprendiendo…

Si no hacemos deporte nuestro cuerpo se deteriora. Lo mismo sucede con el cerebro, si no lo ejercitamos se deteriorará. Es cierto que en ambos casos el deterioro sobrevendrá de todas formas a causa de la vejez, pero qué duda cabe que será mucho menos si hacemos ejercicio, tanto físico como mental.

Cualquiera que haya seguido un poco este blog, se ha podido dar cuenta que esta es una de las tesis que defendemos. Para estar más sanos tenemos que cuidar también nuestro cerebro.

Tampoco es casualidad que de un tiempo a esta parte se hayan puesto de moda los “brain training”, los juegos de ejercicios cerebrales que podemos encontrar en videoconsolas o en la red y que nos ayudan a mantener la agilidad mental, la memoria… en definitiva, nuestro cerebro activo. Porque, al fin y al cabo, es de lo que se trata, de mantenernos activos, de estimularnos a través de la lectura, de la música o incluso del juego (ajedrez, cartas…), de cualquier actividad que nos enfrente a nuevos retos, que nos obligue a calcular, a memorizar…

Es esta transformación en la forma de vernos, que posibilita la aparición de de dichos juegos, y son tales juegos los que demuestran que las personas cada vez nos preocupamos más por el mantenimiento de nuestro cerebro.