¿Quién miente?

Creemos en la ciencia. Los avances científicos han contribuido a mejorar nuestra vida y esperemos que sigan haciéndolo. Pero hace tiempo que el positivismo no puede ser mantenido a pies juntillas. Creemos en la ciencia, como ya hemos dicho, pero no en el observador imparcial. Los científicos son además personas, con toda la carga subjetiva que supone eso, las investigaciones necesitan para llevarse a cabo financiación y la obtención de esta no se rige por el método científico. El que tenga mayor capacidad de persuasión, sea lo que sea lo que esté basada esta, probablemente obtenga el dinero suficiente para sacar adelante su estudio. También, por supuesto, sucede que, por todo lo anterior, haya investigaciones que se inicien con la intención no de encontrar “la verdad” sino de concluir lo que de antemano se quería concluir.

Quizás por eso, por lo que acabamos de explicitar, esta semana nos encontramos que la prensa se hace eco de dos investigaciones con dos conclusiones contrapuestas.

En ABC dan cuenta de un estudio publicado recientemente en la American Journal of Epidemiology y llevado conjuntamente por investigadores de la Universidad de Zaragoza, la Unité Neuroepidemiologic del Institut National de la Santé et de la Reserche Médicale de París y la Escuela de Salud Pública del Johns Hopkins University en Baltimore (EEUU) por el que se establece que el consumo (moderado) de alcohol ni mejora el rendimiento cognitivo, ni previene enfermedades como el alzhéimer. Aunque tampoco lo contrario, es decir, tampoco potencia las posibilidades de padecer una demencia.

Por otra parte, la Gaceta se refiere a otro estudio en el que se concluye justamente lo contrario. Es decir, que la ingesta moderada de alcohol, sobre todo vino, mejora las funciones cognitivas.

Son dos investigaciones diferentes, con conclusiones opuestas, por lo que suponemos que una de las dos tiene que estar errada. La pregunta que nos hacemos es la motivación de la conclusión. Es una conclusión lógica de la investigación o simplemente es lo que se quería concluir. Por si acaso, volvemos a repetir, creemos en la ciencia, aunque por eso mismo, no la consideramos una religión, se puede y se debe criticar o, cuanto menos, levantar la mano y preguntar. Y eso es lo que hacemos, preguntar(nos) aunque a sabiendas de que no vamos a recibir respuesta alguna.

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