Cerebro y deporte

cerebro y deporteRecientemente, en nuestro artículo "El Deporte y la salud cognitiva" hablábamos de la influencia que tenía el ejercicio físico en nuestra salud cognitiva. Aludíamos a un artículo publicado en la revista de Estudios Sociales. Aunque sólo a una parte de él. Hoy vamos a cerrar el círculo.

Por resumir nuestro anterior post en un potente slogan, el deporte nos hace más listos. Para ello, para que esto se pueda explicar de alguna forma, el ejercicio debe modificar la estructura cerebral de alguna manera. Y, parece que efectivamente lo hace.

Según R. Thayer, en su artículo publicado en 1994 junto a McClain, en el Jorunal of Peronsality and Social Behvior, estudios realizados con ratones han demostrado que el ejercicio aumentaba en estos roedores la secreción del factor neurotrófico cerebral (BDNF), «una neurotrofina relacionada con el factor de crecimiento del nervio, localizada principalmente en el hipocampo y en la corteza cerebral». Gracias al BDNF se ve aumentado el índice de supervivencia de las neuronas. Además «puede proteger al cerebro frente a la isquemia y favorece la transmisión sináptica».

Sin embargo, todavía no hemos explicado qué hay en el deporte para que estimule el BDNF. Cuando hacemos ejercicio el músculo segrega IGF-1 (factor de crecimiento insulínico tipo 1), que a través de la sangre llega al cerebro facilitando la producción del BDNF. Este aumento del factor neurotrófico cerebral es muy positivo para nuestra salud cognitiva, convirtiendo al deporte en una terapia preventiva ante las enfermedades neurodegenerativas.

Recordemos, por si todavía nos queda alguna duda, uno de los estudios que mencionábamos en nuestro artículo “el deporte y la salud cognitiva”. Un grupo de científicos japoneses realizó un experimento, que fue presentando por el Dr. Kubota en el congreso anual de la Sociedad Americana de Neurociencias organizado en San Diego (EEUU) en 2002, en el que demostraban que la realización de ejercicio física de manera continuada mejoraba la función del lóbulo central cerebral. Para ello varios estudiantes japoneses, de vida sedentaria, estuvieron corriendo durante 30 minutos, 3 veces por semana, durante tres meses. Se les hicieron a cada uno de los jóvenes un test para medir su capacidad intelectual antes del inicio del estudio y al finalizar el mismo. Todos mejoraron sus resultados iniciales. Además, descubrieron que el consumo de oxigeno también aumentó, a la par que sus puntuaciones, lo que consideraron una muestra de que «un flujo constante de sangre y oxigeno preserva las funciones cognitivas».

Tampoco nos olvidemos, de que los jóvenes que dejaron de hacer ejercicio volvían a sus niveles cognitivos anteriores. Es decir, tenemos que hacer deporte y ser constantes si queremos estar saludables tanto física como mentalmente.

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