El cerebro inconsciente

cerebro inconscienteEl 20% de la energía de que disponemos, de que dispone nuestro cuerpo, es consumida por el cerebro. Es una cantidad que podemos considerar elevada pero si pensamos en todo lo que nuestra cabeza tiene que gestionar, igual no es un porcentaje tan elevado. Pero ese gasto, toda esa energía consumida, sólo se refiere a las funciones relacionadas con la memoria y la toma de decisiones. Es en este ámbito, el del recuerdo y las predicciones, donde nos tenemos que ubicar. Es aquí donde nos sitúa Eduard Punset en el capítulo “Así decide el cerebro” de su libro Por qué somos como somos.

En 1981 Ranulfo Romo, un neurólogo mexicano, llevó a cabo una investigación, junto al científico alemán Wolfram Schultz, para determinar cómo tomamos decisiones y realizamos acciones voluntarias. Es decir, ¿cuándo surge el deseo de hacer algo y cuándo somos conscientes de ese deseo?


Lo que los científicos descubrieron puede que sea sorprendente. En palabras de Romo: «Lo que descubrimos […] fue que todo acto motor voluntario es inicialmente involuntario. O, dicho de otra manera, que todo acto consciente es inconscientemente elaborado por nuestro cerebro».

Nuestro cerebro está continuamente trabajando y sólo aquellas cuestiones que son muy relevantes se convierten en conscientes, se “elevan” del inconsciente a la consciencia. Que el corazón bombee sangre, que los pulmones reciban oxígeno y se desprendan del dióxido de carbono, todas esas acciones que realizamos diariamente, son gestionadas sin que nosotros seamos conscientes. Y hay que reconocer que lo son muy eficientemente. Es habitual que la gente se equivoque al decidir con quién se casa, qué carrera va a estudiar o cuál es el trabajo de su vida, pero es bastante difícil que se “equivoque” a la hora de respirar o de que su corazón lata.

Pero incluso en las decisiones conscientes, a la hora de elegir con quién me caso, qué carrera estudiaré… Antes de que nos hagamos esas preguntas, nuestras células, asegura Eduard Punset, ya la están procesando.

La memoria, los recuerdos vividos, las experiencias pasadas, con todos esos datos procesados por el cerebro que se nos hacen conscientes, tomamos nuestras decisiones. Claro, no todas son tan importantes como la ya mencionadas. Elegir en un supermercado o una tienda entre una marca determinada u otra también forma parte de este juego. Y, en estos casos, ¿por qué nos decidimos por un producto u otro diferente? Puede que creamos tenerlo claro, pero quizás nos equivoquemos. De estudiar esto se encarga el llamado marketing emocional, aunque de eso hablaremos otro día.

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