La conquista de la felicidad

La felicidad es para muchos el principal objetivo, sino el único, del ser humano. De hecho, el utilitarismo (una corriente tanto filosófica como política y económica que ha dominado el siglo XX), la considera el fin último por el cual todos los medios quedarán justificados. Tratar las implicaciones que pueda generar esta doctrina no es la intención de este artículo. Más bien, queremos constatar, como ya lo hizo Bertrand Russell en su delicioso libro La conquista de la felicidad, que las personas no quieren ser infelices.

Definamos la felicidad como la definamos, estaremos de acuerdo en la afirmación anterior: si podemos ser felices, intentaremos serlo. Sin embargo, es habitual no ver ese camino que nos lleve a ello. En muchas ocasiones colocamos palos entre las ruedas de nuestro propio carro con lo que terminamos indefectiblemente estampándonos contra el suelo.

Aquí, sólo vamos a apuntar tres de esos “palos”:

1. La culpa. Si todas las relaciones de una persona están traspasadas por la culpa, si considera que en el trabajo no es lo suficientemente competente o útil; si cree que pasa poco tiempo con su familia; si cree que no es buen amigo porque en los momentos importantes no está ahí… Si nos reprochamos cada cosa que no hacemos, por no hacerla, y las que hacemos porque las podríamos hacer mejor, es imposible no sentirse infeliz. Es necesario ponderar nuestras capacidades, parcelar adecuadamente el tiempo del que disponemos y ser conscientes de que siempre dejaremos cosas por hacer.

2. El miedo al fracaso. Las derrotas son parte de nuestra vida. Cuando iniciamos cualquier actividad o relación (sea laboral, sentimental…) no sabemos cómo acabará. En ocasiones serán satisfactorias pero en otras muchas no, nos harán sufrir y sentirnos mal. Pero eso no puede significar que nos regocijemos en la indolencia y nos neguemos a movernos para no sufrir otro fracaso más. Tener en perspectiva qué es y qué no es un fracaso; lo que nos puede aportar cada uno; y, sobre todo, asumir que el camino recorrido es tan importante como el resultado final, son elementos claves para superar ese miedo que nos puede llevar a la infelicidad.

3. El narcisismo. Tal vez suene demasiado contundente, pero tampoco lo es tanto. Sólo tenemos que fijarnos en su definición para darnos cuenta que no es más que la excesiva complacencia en un@ mism@ lo que nos lleva, paradójicamente, a necesitas que los demás nos vean como nosotros lo hacemos. De ahí que se necesite una continua atención, sentirnos admirado por lo que nos rodean. Tenemos que asumir que para los demás no somos el centro de atención; que aunque nos quieran eso no supone que tengan que adorarnos; y que el amor debe de ser recíproco y no sólo de ida.

Este artículo debe mucho al libro de Russell que hemos mencionado más arriba por eso nos gustaría acabar con una máxima del mismo, aunque eso suponga aumentar la deuda, que consideramos complemento a lo dicho hasta ahora y que deberíamos tener en cuenta en ese camino para ser felices (o cuanto menos no infelices): «una parte indispensable de la felicidad es carecer de algunas de las cosas que se desean».

Imagen:
http://medymel.blogspot.com/2009/10/la-conquista-de-la-felicidad.html

Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Totalmente de acuerdo, todos queremos ser felices, y cuando no lo somos culpamos al mundo por ello sin darnos cuenta de que los únicos que podemos decidir sobre nuestra felicidad y sobre cómo nos sentimos somos nosotros mismos.

    Conseguir la felicidad es una dura batalla que no se necesita ir muy lejos a librarla, porque se conquista en nuestro interior.

    Felicidades por el post.

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  3. Muchas gracias por tu comentario, Vidamos :)

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