¿Las conversaciones alegres nos hacen felices?

Las conversaciones entre personas que dicen ser felices y las que aseguran no serlo no tienen nada que ver. Es decir, el contenido de las mismas es diferente. Esto es, por lo menos, lo que hemos leído en un artículo escrito por Marita Castro y publicado en el nº 61 de la revista Descubriendo el cerebro y la mente.

El artículo, titulado “Las conversaciones de las personas felices difieren de las que no lo son” (toda una declaración de intenciones), se basa en una investigación llevada a cabo conjuntamente por las universidades de Arizona y Washington, que asegura que hablar sobre temas alegres favorece a que lo seamos (a que seamos alegres y felices, claro). Parece difícil cuestionarlo.

Además, aseguran los investigadores que han realizado el estudio, que las personas felices están un 25% menos, que las que no lo son, a solas y pasan un 70% más hablando con otras personas.

No se puede decir que hayan encontrado la fórmula para transformar el plomo en oro, pero tampoco es nuestra intención desmerecer la investigación, sin embargo, sí que nos gustaría hacer un par de apuntes.

El primero es que no queda claro si las personas son felices porque tienen conversaciones alegres o tienen conversaciones alegres porque son felices. En el primer supuesto se habría encontrado cuanto menos una fórmula para ser feliz; mientras que en el segundo tan solo una consecuencia de la felicidad.

Pero creemos que asegurar lo primero es ir demasiado lejos; y lo segundo es pecar por el lado opuesto, decir poco o más bien nada.

El segundo apunte que queríamos reseñar es que nos resulta francamente difícil determinar qué es la felicidad. Todos tenemos la vaga impresión de saber qué significa (aunque solo sea para cada uno mismo) pero cuando nos piden que la definamos es bastante probable que las palabras se nos queden encerradas en la punta de la lengua, lugar del todo infranqueable.

Aún así, a pesar de la dificultad para definirla, sí que somos capaces de manera intuitiva de saber cuándo somos felices, cuando lo son los demás y qué queremos o necesitamos para serlo. Y al contrario, también nos damos cuenta cuando estamos tristes. Y ¿a que nuestras conversaciones con las mismas personas, en ambos casos, difieren entre sí?

Cuando hemos roto con la pareja, cuando hemos perdido a un ser querido… Serán estos sentimientos (la búsqueda de consuelo) los que dominarán nuestras conversaciones. Y, a la inversa, también lo harán los acontecimientos felices cuando sucedan. Así que, ¿por qué van a ser diferentes los demás?

Quizás parezca que le hemos dado un palo a las conclusiones del estudio pero, como ya hemos dicho, esa no es nuestra intención. Simplemente decimos que no podemos impostar nuestros sentimientos, por lo que estos coparán nuestras conversaciones. Tampoco estamos felices o tristes todo el tiempo (de hecho, tanto uno como otro estado depende del contrario para existir).

En cualquier caso, como ya hemos dicho en otras ocasiones, tenemos que hacer lo posible por ser felices (lo que redundará positivamente en nuestro estado físico y cognitivo) y para ello las relaciones con nuestro entorno (familia, amigos…) es fundamental. Así que acabaremos con un consejo: mantener y cuidar a vuestr@s amig@s. Y buscar nuevas amistades, siempre queda gente maravillosa a la que conocer.

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